10.3.06

Romance anónimo

(no recomendado a menores de 18 años)
Tu hombro sigue siendo el ángulo con el que observas el mundo. Me asombra el valor con el que lo sacas a paseo y más aún me asombra que nadie más inteligente se dé cuenta. Cosas cambian, cosas no, como sabrás, aunque no te puedes hacer idea -ni de lejos- de cuál será la próxima, no tienes ni puta idea de lo que se avecina. De momento, luces rojas, sangre, sudor, risas, lágrimas, carne, drogas, muslos, manos, miradas, pechos con alas, lujuria que roza la violencia más elegante, mi mástil completamente erecto, pedales para pisar y para elevar, válvulas contundentes y más que suficientes para hacerlo, por delante o por detrás, siempre de pie, ganas de estallar. No pretendas masturbarme, a mi no, please, don't disturb me. No eres digno de ser salpicado.
La soberbia sólo genera tristeza. La tristeza se enfunda estrategia. La estrategia se parte a doble fondo, pero yo ya no echo las cartas, ahora tiemblo cuando me piden consejo u opinión sobre algo que no forma parte de mí. No programo ni lo imprescindible, sólo me muevo, deprisa, peleo. El desconocimiento habita en la ignorancia. La ignorancia deletrea mentiras arriesgadas. No pronunciaré "ya te lo dije", eso generará más dolor y hace demasiado tiempo que quiero justo todo lo contrario. Para ella, toda la felicidad. Para tí, la indiferencia más absoluta. Siempre. Porque a veces ser mayor es cuestión de lo que pretendas medir. Tanto que te gustan los espejos, mira tus hábitos zalapastrosos y el estado de las carreteras.
Porque leer, escuchar, intuir y observar de la manera inapropiada puede convertirte en imitación barata de un mundo que puede no ser tuyo, aunque lo pretendas. Y salpiques. No puedes saber lo que se merecen los demás y establecerlo si no sabes ni siquiera lo que mereces tú. Así que no me digas lo que quiero, que lo sé muy bien, plantéate tú lo que quieres y déjame en paz. Por mí, seguir siendo feliz, transparente, auténtico. Vive y deja vivir. Vive y deja morir. Apátrido no puede ser aquél que tiene mil casas encendidas. Soy feliz, sea o no tu antagonía, voy a prescindir de los cristales trucados que te empeñas en malgastar. Sigue cavando, por más hondo que me entierres, vivo algunos pisos más arriba, he trepado solito, con algún empujón, sin pegar coces a nadie. Mi fosa, al vacío, la tuya, podrida. Lejos, por los siglos de los siglos. Amén.

3 Comments:

Anonymous Anónimo dijo...

Amén.

3/11/2006 12:12 a. m.  
Blogger erica dijo...

hey!!
bueno, creo q despues de todo eso, que seas feliz es de aplaudir... si se me permite el comentario ;)
estas empezando a gritar, y me encanta q lo hagas (no por q quiera q grites, sino porq te estas exortizando de todo lo q te lastima, y eso es muy bueno...) q no te preocupe decirlo, ni de traicionar a quien sea... solo sacalo de vos..
un abrazo grande...
y no olvides sonreir hoy!
erica

3/11/2006 1:16 a. m.  
Blogger NFS dijo...

hacía mucho que no pasaba por acá y quedé encantada (una vez más) con tus palabras... y esas imagenes oscuras que ponés, me fascinan. es como un continuo descifrar qué representa la foto, ver los colores: un juego eterno.

me encanta.

(y adoré la foto del post anterior!!)

besos argentinos.

3/12/2006 6:02 p. m.  

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