26.6.06

Physics

Convocatoria extraordinaria, fin de los exámenes. Atrás, muy atrás, aquella primera lección de física. Atrás, muy atrás y hacia adelante, los últimos serán los primeros y, los índices de refracción, portadas de las revistas más artesanales, donde las instantáneas se sirven en taza caliente y se subtitulan a media cuchara.
Recuerdo mucho aquella primera clase. Recuerdo mucho cuando doblo jerseys y los guardo despacio en la maleta. Y los remiendos. Recuerdo mucho, no me importa y sin embargo. Recuerdo al profesor desafiando a una tiza con la diestra, a una pelota con la otra y decir al mover: "la tiza se rompe; la pelota no". Despierto recuerdo incluso ante la sensación de descubrir que las pelotas se pinchan pero que, considerando la cal, el momento cinético y el principio de conservación de la energía se pueden armar rayuelas con micropartículas, quarks e incluso con las propias manos. Recuerdo fórmulas, tiralíneas, reglas, lapiceros y una observación exahustiva de los factores antes de describir el perímetro y las ecuaciones. Fuerza activa, acción, reacción, rozamiento, normal y movimiento armónico simple, incluso en Sí bemol. Recuerdo tanto que a veces se me olvida.
Recuerdo tanto que he de autodirigirme en movimiento curvilíneo uniformemente acelerado. Tanto que más de uno arrancará mis páginas de cuajo y es que hay axiomas entendibles bajo una demostración demasiado trivial. Recuerdo tanto el batir de mis alas que siempre pongo dos sobres antes de remover.
Grita, que sople el viento, que venga el aire, que empujen tantas olas que traigan el agua suficiente.
Vamos a secuestrar anticiclones.

2.6.06

Fish Air Price

Contener la respiración no es automático, no hay un botón, qué más quisiera. No eres autómata, ni submarino, ni dos en las quinielas, hay que ganar en casa. Y estás pez, eres un jodido pez. Has de seguir un riguroso proceso en el que te condenas a la hiperventilación, la autopresurización, la homotermia hipometabólica y cierta endorfina asilábica que te permite decir mucho sin perder ni un miligramo de glucosa. Incluso te permites no mostrar un solo colmillo o tener que explicarle al primero que pase que llevas cinco días sin lavarte los dientes, te ahorras escupir cuando comes de lo que sabes que te sienta bien. Vives nadando, vives en otro medio al de cucarachas, McDonalds y botes de mermelada caducados.
Eres un pez y nadas sin caer en bolsas de plástico. Saltas si eres capaz de secuestrar al viento. Secuestras si sabes compartir las mejores y más sinceras inmersiones, te sumerges si estás y estás si emerges, emergiendo si saltas y saltas si eres capaz de disgregarte. Te disgregas si puedes defragmentarte y refragmentarte de nuevo si sabes estar, además donde quieres, estás si sabes nadar dibujando a boli bic tu propia trayectoria a partir de un punto, cuál si no, puntuas si tienes suficientes notas, suficientes trastes, ganas de nadar, deambular, contener la respiración, sin nadar a braza, ni a crol, ni a espalda, ni a mariposa ni a nada poco educado y menos a perro porque no eres un perro, eres un puto pez y sí, te vas a olvidar de todo lo que no quieras recordar, nada, y si suspendes, lo apruebo.
Nada si sabes jugar. Todo si quieres jugar. Juega.